viernes, 25 de febrero de 2011

Visita al museo de la luz.

Desde el momento en que acorde con mis compañeros en visitar este museo, fue todo una experiencia; resulta que, cuando llegamos al punto de encuentro, teníamos planes de visitar otro museo, pero como nos salimos del metro sin pensarlo, a uno de nosotros se le ocurrió cambiar el rumbo en dirección al museo de la luz, museo que la última vez que íbamos a visitar, estaba en reparación.

Al ir caminando, descubrimos que no sabíamos con exactitud la dirección de nuestro destino, pero al tener una ligera noción de la ubicación partimos por una calle que pasaba por detrás de catedral. Cuando vimos el lugar conocido, decidimos virar a la izquierda, y en la próxima cuadra, también lo hicimos, y fue así como llegamos al museo de la luz (San Ildefonso 43, centro histórico).

Cuando entramos al recinto, parecía todo menos un museo dedicado al estudio de la luz, pero sin importarnos, fuimos a la taquilla, y tras una ligera confusión sobre el cambio y los precios, los tres teníamos nuestra entrada. Dentro del lugar, donde se encuentran las salas de la exposición, no sabíamos por dónde empezar, debido a la falta de señales que indicasen cual era la primera sala, y nosotros erróneamente elegimos comenzar por el final del recorrido.

Dentro de la primera sala, o la que nosotros tomamos como tal, nos encontramos con paneles que nos informaban acerca de que era la luz y su interacción con los colores de los objetos, en esta sala me sorprendí bastante, por qué nos explicaban que el color no es propio de la materia, si no de la luz que no alcanza a “pasar” el objeto, cosa que me pareció “alucinante”, aunque para mis acompañantes fue bastante obvio.

En la sala contigua, nos encontramos con un aparato que presentaba un objeto blanco, parecido a una raqueta de ping pon, el cual era iluminado por una luz blanca, y cuando hacían girar el objeto sobre su propio eje, había cambios en cómo se proyectaba la luz sobre el objeto, efecto que no pude apreciar del todo. 

La sala que proseguía desafortunadamente estaba cerrada, entonces fuimos a la cuarta sala según nuestro orden, lugar donde nos encontramos con un grupo con su guía, grupo con el cual nos “pegamos” para saber de que trataba bien la sala. La sala hablaba sobre la fluorescencia, la electricidad, y el plasma que en base a las explicaciones del expositor es un gas demasiado caliente. Tras bromear un poco con el expositor, y escuchar atentamente su explicación, procedimos a las demás salas, pasando por algunos efectos de óptica, espejos, efectos visuales, etc. 

El tiempo pasó rápidamente, y cuando menos lo esperamos, los encargados se nos acercaron para decirnos que ya era hora de cerrar, que fuéramos tan amables de abandonar las instalaciones. Y fue así como concluyo nuestra visita a éste museo. 

Las cosas que más me agradaron fue la esfera que contenía plasma y su explicación, así como muchos efectos que se presentan. Desafortunadamente al museo no se le brinda un mantenimiento adecuado, lo que hace que algunos aparatos no sirvan y terminen de desilusionar al espectador, así como la falta de señales y la falta de atención del personal, cosas que me desagradaron.

En conclusión, es un excelente museo, aunque con deficiencias técnicas y de mantenimiento.

1 comentario:

  1. Hola Ángel: interesante la narración sobre su llegada al museo, por ciento muy buena opción, aunque feíto el acceso.

    Requisito cubierto.

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